martes, 21 de septiembre de 2010

Karma (o la historia de una mariposa un poco gilipollas)

Erase una vez una mariposa que tenía todos los colores que existían en el universo y algunos más que ella se había inventado. Esta mariposa volaba por todos lados mostrando su esplendor, su gracia al mover las alas, su indefensión al quedar quietecita sobre una flor, la fragilidad de sus antenitas cuando se movían buscado lo que sea que buscan las mariposas cuando mueven las antenitas, su magnificencia cuando desplegaba ese vuelo único, sutil y enérgico a la vez, que sólo ella tenía...

Un día le tocó ser oruga, y en el cambio perdió unos pocos colores y también una pata que le quedó atrapada en los dedos de un niño que no supo jugar con ella con la delicadeza con la que hay que jugar con las mariposas multicolores... Como oruga no estaba tan linda, su piel era más gruesa, tenía un montón de arrugas y nadie la miraba con fascinación y sin embargo... se sentía más serena que nunca a pesar del dolor que le causaba la herida que ocupaba el lugar donde tenía que haber una pata...

Un día le tocó ser crisálida; comenzó a sentir de a poquito cómo se iba cubriendo cada vez más de una especie de fino hilo blanco que luego era más amarillo, que luego era... no se sabe, porque de golpe estaba dentro y ya no veía color alguno...

Claramente, ahora sí que nadie la miraba. Nadie podía verla! Por unos días se sintió muy extraña; hablaba en voz muy alta para ver si estaba realmente sola y cuando no obtenía respuesta se angustiaba.... Ella no lo va a contar pero alguna vez hasta lloró, de tanto miedo que tuvo. Una mañana despertó y la sensación de angustia había desaparecido... Su diminuta casa no le parecía tan apretada, la pata que ya no era pata no le dolía apenas y tampoco extrañaba aquellos colores que ya no eran colores. De pronto de dio cuenta de algo; lo único que quedaba era ella, en su más mínima esencia, en su más íntima consciencia y decidió que le gustaba lo que veía cuando miraba hacia adentro, que es la única forma que tienen las crisálidas de mirar...

Así se quedó, muy contenta de pronto,hablando mucho consigo misma, contándose un montón de cosas que le habian pasado y de las que ella ni se había enterado, hasta que un día entró un rayo de luz... Su casa empezaba a romperse y tenía una necesidad enorme de salir al exterior a pesar de que era lo último que deseaba hacer.Se agarró con todas sus patas, menos una, a las paredes de hilo que se resquebrajaban cada vez más.... gritó con una voz tan ensordecedora que ni siquiera ella la escuchó y sin poder evitarlo, salió volando...

Horas después, un niño jugaba con una de sus patas mientras ella lamía una nueva herida, sentada en las hojas de un Lilum blanco...

Jinchita

6 comentarios:

Matt dijo...

Raquel, es hermoso todo lo que escribis, tiene mucho sentimiento.
Un beso muy grande!!!

la moreneja y la flor dijo...

me cuesta leer bajo el agua...
no me cuesta sentir tu corazón volador. te quiero bella. siempre en cambio

RACHEL dijo...

Gracias, Matu!

RACHEL dijo...

te amo, sister

Silvitta dijo...

Pero qué bonita historia !!!

Unknown dijo...

A vos para volar no te hacen falta alas, yoyega. Sos.

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