sábado, 17 de mayo de 2008

"Vuelo"

VUELO (leer a continuación de "Gristeza")

Los gritos se hacen ensordecedores en la cocina del restaurante familiar que G., abrió hace más de 30 años ya. Y sin embargo, él sólo escucha un tremendo y punzante silencio que se le ahorca en el centro del pecho. Dos días desde que Lucía se fue de casa. Lucía, su amor. No su único amor, pero sí su más grande amor. La falta de su voz se hace insoportable y siente ganas de explotar en llanto. Va a tener que ser más tarde; los clientes no entienden de penas ni soledades. Ni tampoco de dueños de bares de toda la vida, que no tengan la misma sonrisa de toda la vida... Que para eso pagan.

... El cliente siempre tiene la razón.

Si fuera verdad, le pediría a cada uno de ellos que le explicaran cómo hacer para traerla de vuelta.... El chico de la moto no entiende bien dónde tiene que llevar ese último pedido. G. trata de hacerse entender... Hacerse entender... también hace dos días lo intentó sin conseguirlo. Coge el paquete y decide ser él mismo quien lo lleve. Si no respira un poco de aire fresco, algo malo le va a pasar... ¡Ja! ¿Algo malo le va a pasar?...

El cielo tiene un color gris que le llena el alma de malos augurios. Qué triste el color gris... Como el gris de su triste barba mal cortada. Como el gris del color del moño de Lucía, cuando dándole la espalda cerró la puerta de casa prometiendo, triste, no volver. Su furgoneta también es gris. Hoy más gris que nunca. Llueve y el agua fría refresca su rostro. Ojalá pudiera mojarse por dentro con esa lluvia. Seguro que se sentiría mucho mejor. El motor, frío tras muchas hora de estar detenido, arranca con dificultad. Igual que el, que se detuvo un día en ese incansable trabajo del amor con Lucía y cuando tuvo que hacerlo, no supo arrancar.

Cierra los ojos un instante y trata de recordar cómo pasó todo. Unas cuantas mentiras piadosas ocultando otras tantas citas clandestinas con mujeres demasiado ajadas para salir a la calle a buscar quien las ame pero tan llenas de ganas de amar que calmaban su sed. Qué loco. Y mientras, Lucía tratando de encontrar la manera de darle todo lo que le estaba faltando... Pero de eso se enteró tarde. O siempre lo supo... Vaya usted a saber. Como en una mala novela le delató el olor de un perfume femenino. Ella ya sabía. Ellas siempre saben. Y como en una mala novela las malas excusas se sucedieron una tras otra hasta que, agotado, la incongruente suma de todas ellas le declaró culpable. Llorar no la va a traer de vuelta. Gritarle al taxista que se te cruza en la vía, tampoco... Arrepentirse no sirve. Aún nadie ha descubierto cómo volver el tiempo atrás y tú lo darías todo por hacerte con esa fórmula.

Una hoja de cuchillo recién afilado lacera sus recuerdos. Gris metal. Ese gris es capaz de matar a cualquiera. La calle está desierta. Hoy todo parece un reflejo de sí mismo. Llama a un timbre y nadie contesta. Claro, ha tardado tanto que ya no quieren la comida. Cuando se va a ir, se abre la puerta. Una chica joven, de mirada triste le sonríe apenas para ser educada. Cómo se parece a Lucia... A esa Lucía por la que perdió la cabeza mil millones de años atrás. A esa Lucía por la que daba la vida y que hoy se la quita con su ausencia. Sonríe nostálgico. La chica le pide que le abrace... Parece que el también le recuerda a alguien... Loca noche de coincidencias y metáforas. Sale, con el abrazo de la falsa Lucía aún calentándole el cuerpo. Abre el maletero del auto... La Lucía que se fue yace fría. Las marcas de cuchillo no son grises como su hoja, pero el rostro de ella sí. Y ya no puede hacer que vuelva el color a sus mejillas. Y ya no puede hacer que la rabia de verla partir no le lleve a obligarla quedarse... Tu te quedas conmigo... aunque sea muerta. Pero le ha perdonado. Lo sabe porque la falsa Lucía, que es Lucía, le ha pedido un abrazo..

Todo está bien. Todo se ha arreglado. G. comprende el mensaje. Saca el cuerpo inerte de la mujer de moño gris y la sienta con mucho cuidado en el lugar donde siempre viajaba mientras le cebaba mates y le contaba mil historias para evitar que se durmiera conduciendo. Arranca. No esta lejos de la salida de la ciudad. El río hoy debe de estar precioso, con tanta lluvia. Mientras planea con Lucía todo lo que va a ser su futuro juntos, acelera y siente que su corazón se libera de esa carga de sufrimiento que minutos atrás se le hacía insoportable.... Eterno... Ya falta menos... La idea de volar siempre le había parecido inalcanzable. Ese viaje a Europa que tanto planearon. Montar en un avión...Pero Lucía y su vértigo no lo permitieron.... Sujétate, amor... vamos a despegar ... le dice a Lucia mientras le pone el cinturón.... Tranquila, viejita mía. Un día te prometí que a mi lado no te puede pasar nada malo... ¿ya te olvidaste? Mientras el auto se hunde en el río, G, coge con fuerza la mano de Lucía para quitarle el miedo.... Poco a poco el agua entra y él, por primera vez en su vida... Se deja llevar... Una voz de mujer joven que parece la de Lucía pero no es, suena en su cabeza. ... No respires... Así se está mejor.... Cierra, los ojos... pide el mismo deseo que se está cumpliendo en ese momento, y se desea feliz cumpleaños.

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